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jueves, 7 de junio de 2012

JUEGO DE REVOLUCINES. (Bloque 2)



                                                   ACTO PRIMERO-DESENLACE.


 
(Cadalso. Un hombre espera con las manos atadas y la soga al cuello. A lo lejos se oyen tambores)

Condenado: (Hacia el público) Ojalá pudiera mendigar por una buena idea… Quiero compensar a la humanidad por haberme traído a este cuchitril de mierda. Hacer algo útil para mí y solo para mí. Vivir mi vida hasta el momento en que la naturaleza o yo mismo decidamos acabar con ella y dejar mi sello. Alguien sabrá reconocerlo y le servirá mi experiencia. No para no tropezar con mis mismos errores, si no para saber mitigar sus daños. Llegué incluso, a tomarme en serio sus problemas…son tan absurdos… tan proclives al descalabro. Ahora que la luz se apaga, me preguntó si incluso en la hora de la muerte podré entornar los ojos y enfocar mi existencia. ¿No es eso acaso la vida? Prender la oscuridad y luchar por pequeños fogonazos de luz. ¡¡Dios!! Ayúdame a escapar de su vanidad. De su juego de inquinas e ignorancia. Somos millones de personas en este planeta, millones de egos heridos. Nunca debí de seguirles el rollo. Ellos me condenaron al nacer e impacientes por verme en el claro han iniciado los trámites. Todo muy legal. La ley de los hombres no se rige por los mismos principios que la de la naturaleza. La ley de los hombres es hipócrita, falsa y esta manchada de sangre. Poco importa ya. Todas las historias tienen un final. Es el principio lo que es fruto del azar. No les guardaré rencor. Jesucristo puso la primera piedra en el camino y lo único que consiguió fue crear una absurda religión. Murió en vano pero vivió con sentido...(El verdugo camina hacia el cadalso) No quiero darle mas vueltas. Quiero olvidar. Ser capaz de comprenderlos. No sentirme desconectado. Proteger la capacidad de sorprenderme. Conocer cada una de mis mil caras, añadir nuevos matices y a la hora de la verdad ser yo y solo yo. Cada persona es un mundo sin explorar y si soy capaz de perdonarlos a todos, quizás por fin, pueda perdonarme a mi mismo.

El día de mi muerte el dolor más fuerte será perderte.

(El verdugo tira de la palanca y el condenado queda suspendido en el aire. Se oye claramente el crack que hace su cuello al partirse)

(Se cierra el telón)




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